miércoles, 11 de noviembre de 2009

El poder de la sonrisa


Antes de entrar en materia quiero decirles que hoy he tomado una decisión, he decidico prescindir de la caja tonta (TV) al menos en lo que queda de semana laboral. Ni noticias, ni películas ni, por supuesto, series absurdas -me producen naúseas- o shows vomitivos. Música y lectura...


Bien, hace unos días leía en la revista Executive Magnament un artículo sobre "El poder de la sonrisa". Impresiona el poder, el efecto, las consecuencias que puede llegar a producir una sonrisa. Y yo, que creo en eso de sonreir para hacer el bien a los demás y a uno mismo, quiero compartir lo siguiente:


- Historia: “Había una vez un desalentado hombre de pie al lado de una carretera. Una mujer que pasaba por ahí sintió simpatía por él y le dedicó una sonrisa. El hombre, animado por esa inesperada sonrisa decidió entonces escribirle una carta a un viejo amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba. El amigo se emocionó tanto al recibir la carta que le dió 10 euros a un mendigo que se encontró por la calle. Ese mismo día, un poco más tarde, el mendigo encontró un cachorro abandonado tiritando en un callejón, usó el dinero para comprarle comida y se lo llevó con él para entrar los dos en calor frente a una fogata. El perrito siguió al mendigo y al caer la noche llegaron frente a una casa con un amplio porche. Pidieron permiso para pasar la noche a la familia que allí vivía porque se avecinaba una tormenta. La familia estuvo de acuerdo y se fueron todos a dormir. De madrugada unos incesantes ladridos del cachorro despertaron a todos. Al buscar la causa de los ladridos se dieron cuenta de que la casa estaba en llamas justo al lado de la habitación del más pequeño de la familia. Fueron capaces de salvar al niño justo a tiempo que creció hasta convertirse en un famoso médico que descubrió un tratamiento para la malaria y acabó salvando millones de vidas. Y todo esto comenzó con una simple sonrisa.”


- Poesía, “El valor de la sonrisa”, de Frank Irvin Fletcher:


No cuesta nada, pero vale mucho.

Enriquece a aquel que la recibe

sin restar a aquel que la da.

Ocurre en un momento, como un flash

en la memoria, pero su recuerdo

dura toda la vida.

Crea felicidad en el hogar,

favorece el trato en las reuniones

y la cortesía entre los amigos.

Elimina el cansancio,

es amanecer del desánimo,

crepúsculo de la tristeza

y el mejor antídoto natural

para los problemas.

No puede ser comprada, suplicada,

prestada ni robada,

pero es el bien más valorado de la Tierra

cuando se da sin pedir nada.

Cuando los demás están cansados

para darnos una sonrisa

démosles una de las nuestras.

Porque nadie necesita tanto

una sonrisa, que aquellos a quienes

ya no les queda ninguna para dar.


En una conferencia de Francisco Belil explicó cómo cuando fue destinado a Pittsburgh (USA) a trabajar, una noche de regreso a casa, paró a tomar algo en un restaurante. Sorprendido por el exquisito trato y amabilidad del personal, preguntó al encargado:– ¿Qué hace Vd. para contratar estos camareros y que atiendan con tanta amabilidad y servicio? La respuesta del encargado fue contundente:– Yo no contrato camareros... contrato gente que sonría y luego les enseño a hacer las mesas.


Pues eso, ponga una sonrisa en su vida!!! Aunque solo sea para vivir más...

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