jueves, 25 de febrero de 2010

Hipocresia occidental

Una huelga de hambre iniciada el pasado 2 de diciembre ha llevado a Orlando Zapata Tamayo a la muerte. Orlando era una persona de 43 años de edad, cubano, que tenía por profesión la de albañil y que, ejerciendo su condición de ciudadano pretendidamente libre, hacía oposición en el seno del Movimiento Alternativa Republicana, alternativa a qué, a quién, alternativa a la dictadura comunista liderada por los hermanos Castro.


Orlando se encontraba en prisión en el momento de su muerte, cumpliendo una pena que ascendía a 36 años de cárcel. ¿El delito? Una ilusión, desear un sueño, aspirar a una Cuba en libertad, en democracia. El castigo, la muerte. Orlando no estaba en huelga de hambre con el objeto de que le sacaran de la cárcel, no. Estaba en huelga de hambre para que dejaran de vejar, humillar y torturar a los presos cubanos. En la Cuba comunista de Fidel y Raúl, Raúl y Fidel, lo mismo da, se las gastan así. Si no estas en su onda, si incordias, si te manifiestas, si escribes o te pronuncias en contra del régimen, te detienen y te meten en la cárcel. Y una vez en chirona, nada más se supo.


La muerte de Orlando se podía haber evitado como se evito la del poeta, periodista y disidente cubano Raúl Rivero Castañeda, quién, tras ser condenado a 20 años de cárcel en 2003 por "realizar actividades subversivas encaminadas a afectar la independencia e integridad territorial de Cuba", es decir, por lo mismo que Orlando, fue liberado en noviembre de 2004 por presiones internacionales, fundamentalmente españolas. ¿Por qué no se ha continuado presionando? Porque Europa en general, y España en particular, miran para otro lado. Mi pesar y mis condolencias para su familia y mi más franca condena para todos aquellos hipócritas que, cuando de la libertad y la democracia se tratan, tienen tantas varas de medir. Orlando ha muerto pidiendo el respeto a los derechos humanos en Cuba, ¡hipócritas!
* Publicado en Libertad Digital

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