martes, 9 de marzo de 2010

Laguardia

El verdor de su tierra
engancha, el cuidado paciente
de la tierra provoca que
al otoño la uva sea el referente.

Caldos riojanos inundan
las apacibles calles de sus pueblos,
tabernas con tapas agradan
al estómago paciente.

Verde, gris y marrón,
los colores que pueblan el horizonte,
cuando alzas la vista y
contemplas el bello valle.

Calles estrechas acompañan
los caminares desnudos de gente,
y es cuando el atardecer llega
que los aldeanos salen a verte.

Un tocayo en Galicia tiene
este noble pueblo de amable
gente, que sin quererlo
los turistas aumentan, crecen.

De Laguardia hablo,
en estos versos alegres,
pues con más de tres
chatos de vino, me pongo
a escribirte.


Laguardia 30.07.2009

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