miércoles, 28 de abril de 2010

Lo que queda


Como un domingo más, le había despertado el Concierto de Aranjuez. En casa de los Cubrepito era costumbre amanecer el día Santo con Vivaldi. Y con el olor de los sabrosos buñuelos recién traídos de la churrería. En la cocina siempre la mama con su cuchara de palo preparando el chocolate. Los cuatro a la mesa y a disfrutar. Posiblemente por delante habría un partido de fútbol, hace algún tiempo que los Cubrepito padres habían dejado de insistir en que los Cubrepito hijos les acompañaran a la sierra, a visitar algún museo o a escuchar algún concierto de órgano en cualquier vieja iglesia de Madrid. Pasaron los años y un día, Domingo para ser más exactos, el menor de los hijos, que ya contaba con sus veinte años, les propuso desayunar buñuelos con chocolate. Él se encargo de poner a Vivaldi. Después propuso visitar la Catedral de la Almudena, escuchar misa. Propuso también comer unos bocatas en el Retiro e ir después a la Fundación MAPFRE a ver la exposición del Impresionismo, antes que devolvieran los cuadros al Museo Orsay de París. Los Cubrepito padres se miraron extrañados y accedieron a las peticiones del pequeño, y del mayor.

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