lunes, 3 de mayo de 2010

Con el labio hemos topado

Marcos llegaba tarde a misa a si que echó a correr nada más salir del portal de casa. Quedaban dos semanas para tomar la primera comunión y los catequistas ya estaban nerviosos. A veces tenía la sensación de que la comunión la fueran a tomar ellos de nuevo. Llegó el momento de comulgar y ahí estaba la mujer, de mediana edad, con su desagradable hinchazón en el labio inferior, esperando en la fila. Posiblemente más de uno y más de dos pensaron que más que un labio hinchado parecía una mujer pegada a un labio. Cuando llegó el momento de recibir la hostia tuvo que ayudarse con los dedos de la mano. Parecía como si hubiera perdido agilidad bucal. Las risas fueron generalizadas entre los compañeros de Marcos. A él no le hizo ninguna gracia, su abuela había pasado por ello y bastante padeció. Al salir de misa se dirigió a sus compañeros, –“¿os imagináis que al llegar ahora a casa tiene así el labio vuestra madre? ¡Pero que idiotas que sois!”.

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