viernes, 28 de mayo de 2010

Seguro de su perfume


Con la llegada de aquél olor tuvo que dejar de prestar a la novela la atención merecida. La historia de la “La ciudad y los perros” le estaba encandilando de tal manera que llevaba dos días sin dejar de pensar en los entresijos de Tarzán. El aroma desprendido por aquél perfume le resultó conocido, familiar diría yo. Cerro el libro y apoyo la cabeza en el respaldo del asiento. Cerró los ojos y llegó de nuevo aquella imagen. Años atrás se encontraba delante de la mujer a la que más querría, posiblemente, en toda su vida. Por eso fue la mujer imposible, en cuyos brazos nunca caería eternamente, siempre de forma evanescente, fugaz como lo es la vida para los que aún se preguntan por qué. No pudo evitar la tentación, abrió los ojos y quiso comprobar si se trataba de la por siempre inolvidable Patricia. Pidió permiso al pasajero de al lado, salió al pasillo y miró. No, no era ella. Otra mujer se encontraba en el tren, en el mismo vagón que él, detrás de su asiento, con su mismo perfume, pero no era ella.

No hay comentarios: