martes, 11 de mayo de 2010

Un anarquista individualista


Hablo de Don Jorge Luís Borges, para muchos Maestro, para casi todos sabio, de basta cultura y prolija imaginación, de memoria descomunal y de una ironía y un sentido del humor caballeresco. Apenas le habían salido los dientes de hierro cuando ya leyó El Quijote en inglés. Decía de sí mismo que se consideraba un anarquista individualista para distinguirse de "los que ponen bombas". Apostaba por el individuo y condenaba cualquier forma de Estado, creía en un mundo sin gobiernos y con esa ilusión murió. Pero no está mal que se tengan ese tipo de ilusiones.

Borges nació libre, vivió libre y murió libre. Para él una persona que sobornaba o se dejaba sobornar dejaba de existir. Tal era su talla moral y ética. Todos saben que fue candidato al premio Nóbel de literatura durante treinta años. Todos saben que no le fue concedido porque posiblemente estemos hablando de uno de los premios más politizados del mundo. También todos saben que Borges hoy, y entonces, sería catalogada como "persona políticamente incorrecta". No se cortaba, era valiente, un intelectual honrado, honesto consigo mismo, que es lo que más importante y lo que menos predomina. El año que por fin parecía que sí que le iban a conceder el Nóbel le llamó un periodista sueco para advertirle de que si iba al Chile de Pinochet a recoger el premio que la Universidad Católica de Chile le había concedido se quedaría sin el Nóbel. Él señaló que hay dos cosas que una persona no podía hacer, sobornar o dejarse sobornar. Colgó el teléfono al mencionado periodista no sin antes despedirlo con un "buenas tardes", siempre fue educado. A los pocos días viajó a Chile para recoger su galardón. Efectivamente el Nóbel no se lo dieron, poco le importó, estuvo treinta años ganándolo.

También creía que Lorca era un poeta menor, menor comparado con los hermanos Machados, tan injustamente tratados por este país que aún sigue pendiente de los muertos de la más incivil de nuestras guerras. Lo mismo pasó con muchos otros escritores e intelectuales; en este país navegar contra corriente se paga con la condena al ostracismo. Es el precio de la libertad, unos lo pagaron, otros no.

Y a cerca de la democracia un periodista le preguntó:

- ¿Qué es para usted la democracia?
- Es un abuso de la estadística, contestó el Maestro.
- ¿Entonces no cree usted en la Democracia?
- No, no creo.

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