lunes, 3 de enero de 2011

La sala número 6


Hoy he terminado de leer el cuento La sala número 6 de Antón P. Chéjov (1860-1904). La narración vuelve a poner de manifiesto que el gran Chéjov no es sino un gran Maestro de cuentistas.

En el prólogo, J. Laín Entralgo señala que en las cartas y apuntes del maestro encontramos como autodefine su estilo: “la brevedad es hermana del talento”, “el arte de escribir es el arte de acortar”, “escribir con talento, es decir, de manera breve”, “sé hablar con pocas frases de cosas largas”.

Y eso es lo que hace en La sala número 6 el maestro, hablar en algo más de 50 páginas de algo muy largo como es la falta de valores, de honradez y de ética en la Rusia de mediados y finales del siglo XIX. La locura, la cordura, los escrúpulos, la desidia, lo moral, lo inmoral, la laboriosidad, la vagancia, etc., son aspectos que se abordan en este magistral cuento. Ahora ya solo me queda recomendarles encarecidamente su lectura, esta vez me ahorro la trama.

“- Tiene toda la razón. De acuerdo.

- Usted mismo sabe – sigue el doctor, en voz baja y alargando las palabras – que en este mundo todo carece de importancia e interés, excepción hecha de las supremas manifestaciones espirituales de la razón humana. La inteligencia marca acusadas fronteras entre el animal y el hombre, sugiere el carácter divino de este último y, en cierto grado, reemplaza su inmortalidad, que no existe. Partiendo de esto, la razón es la única fuente posible del placer. Nosotros, en cambio, no vemos ni advertimos junto a nosotros manifestaciones de la razón: quiere decirse que nos vemos privados del placer. Cierto que tenemos los libros, pero esto es algo muy distinto a la conversación viva y el trato. Si me permite una comparación no muy afortunada, los libros son las notas y la conversación el canto.

- Completamente cierto”.

Cada vez hay menos notas y menos canto, añadiría yo.

No hay comentarios: