viernes, 18 de marzo de 2011

Frivolidad nuclear

Estoy de acuerdo con Dña. María Teresa Estevan Bolea, Presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear hasta el año 2006, cuando, en una entrevista a propósito de lo ocurrido en Japón, señala que le parece “muy frívolo, muy inhumano y muy inmoral” la forma en la que se está abordando el tema de las centrales nucleares “ante un drama tan inmenso como el que están viviendo los japoneses, con 70.000 niños acogidos que están buscando a sus familias –hoy serán más-, tantísimos muertos, un tercio del país devastado, un terremoto de nivel 9 en la escala de Richter, cuando antes el 5,8 y el 6 nos parecía una barbaridad, con réplicas del 6,8, y con un maremoto también impensable que ha sido el culpable de todo el desaguisado”. ¿Por qué aparece en la televisión, cada vez que se habla de las centrales nucleares, una refinería de petróleo ardiendo? ¿Qué tiene que ver el petróleo con lo nuclear? “Yo no he visto un tema tratado con menos rigor que éste de las centrales nucleares de Japón”, señala la especialista.

Por otro lado, con lo ocurrido en Japón se ha creado, interesada o desinteresadamente, un clima de pánico a lo radiactivo que es injustificado según el criterio de los expertos; para Dña. María Teresa Estevan Bolea “las centrales nucleares son limpias, son baratas y son seguras”. Científicamente una radiación es una transmisión de energía sin un soporte material. Parece ser que tenemos pánico a la radiación de las centrales nucleares pero no lo tenemos a una Radiografía, a una Resonancia Magnética o a un TAC. Tampoco pondríamos reparo a una transfusión de sangre, y ello a pesar de que ésta se estiliriza previamente con radiaciones ionizantes. Pero es que la utilización de isótopos radiactivos en la industria es el pan nuestro de cada día. Y nosotros sin saberlo. Nos guste o no nos guste, habitamos en medio de la radiación: por un lado, las elevadas temperaturas del interior de la Tierra son consecuencia de la suma de reacciones radiactivas que lo forman; por otro, vivimos gracias a la radiación solar del exterior. ¿Qué es el sol sino un gigantesco reactor nuclear de fusión? Coincido con Dña. María Teresa en que no estaría mal un poco más de rigor y no tanta frivolidad, nuclear en este caso.

Por Juan Pablo L. Torrillas en Estrella Digital, La Verdad de Albacete y en ABC

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