viernes, 20 de mayo de 2011

"Sobre la felicidad", Séneca (III). A modo de recordatorio-reflexión.


"El sabio podrá tener inmensas riquezas, siempre y cuando no las haya robado a nadie, ni estén manchadas de sangre ajena; siempre que las haya adquirido sin hacer sufrir a otros y sin mezclarte en negocios ajenos; siempre que su origen sea tan honesto como el fin; siempre que por ellos nadie tenga que lamentarse, sino el envidioso."

"Dondequiera que se encuentre el hombre, allí tiene ocasión para hacer el bien."

"Niego que las riquezas constituyan un bien; porque si lo fuesen, harían buenos a los hombres; ahora bien, como resulta que se encuentra entre los malos, no puede llamarse bien y, por tanto, les niego este nombre; por lo demás, confieso que se pueden tener, que pueden ser útiles y que pueden aportar grandes comodidades a la vida."

""¿Qué diferencia existe, por consiguiente, entre mi pensamiento, que es el de un necio, y el tuyo, que es de sabios, si tanto el uno como el otro deseamos lo mismo, que es poseer cuanto más mejor?" Muy grande es la diferencia; porque las riquezas en poder de un hombre que sea verdaderamente sabio se encuentran en un estado de esclavitud, mientras si están en poder de un necio, son ellas las que dominan; el sabio no permite lo más mínimo a las riquezas, en cambio, vosotros, todo lo cifráis en ellas. Vosotros, como si alguien os hubiera prometido su eterna posesión, os acostumbráis a ellas y llegáis a formar un mismo cuerpo; el sabio, por el contrario, se da cuenta de la pobreza precisamente entonces, cuando se encuentra rodeado del bienestar que le reporta las riquezas. Nunca el general se confía en la paz de tal manera que no se prepare para la guerra, que aun no habiéndose declarado, siempre hay indicios de que puede venir cuando menos se piensa."

* Séneca (Córdoba 4 a.C. - Roma 65 d.C.) en Sobre la felicidad.

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