domingo, 6 de mayo de 2012

Shubert, Serenade y un Ejemplo

Shubert opinaba que la música que se preciase tenía que transmitir tristeza. Ya ven. Este magnífico compositor falleció a la edad de 31 años como consecuencia de las fiebres producidas por una gonorrea. A su muerte no había conseguido publicar gran parte de su obra. Hoy nos deleitamos con ella. Es lo que tiene, probablemente, optar por el ambiente bohemio de las tabernas en lugar de los salones influyentes de la realeza y la nobleza de la época.






A veces cuando uno abre un periódico y lo lee encuentra las mejores historias en la sección de “Cartas al director”. El otro día leí una que me puso un nudo en la garganta. No recuerdo los nombres, sí la historia. El artículo lo escribía su amiga y se lo dedicaba a él. Murió en febrero de este año con a penas veinte años; llevaba varios luchando contra el cáncer y las distintas enfermedades derivadas de aquél. Poco antes de morir reunió a sus padres, hermanos y sobrinos. A éstos últimos los obsequió con sabrosas golosinas. A todos con su sonrisa, entereza y amor. Sabían que ese momento sería probablemente el último que compartirían todos juntos antes de partir. Se me vuelve a poner el nudo. A los pocos días murió. Cuenta su amiga que fue admirable ver como un chaval es capaz de llevar esa cruz con la entereza y la fortaleza con la que él la portó. Sabía que su vida aquí llegaba a su término y, sin embargo, en aquella ocasión no paro de jugar y reír con sus sobrinos. Narra su amiga que exprimió la vida al máximo. Mientras leía la carta me preguntaba a mí mismo qué es lo que estoy haciendo yo con la mía, si también la estoy aprovechando al máximo. Reflexión. Este chaval es un ejemplo más de los muchos que hay a nuestro alrededor, lo que pasa es que estamos a otras cosas. Quizás nos estemos equivocando. Ya he dicho que no recuerdo su nombre, pero esta noche donde quiera que esté lo tendré presente en mi oración. Descanse en paz.


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