jueves, 3 de mayo de 2012

Una Comunión con mayúsculas



En unas semanas cientos de miles de niños culminaran su encuentro con Jesús, aquél que murió en la Cruz para nuestra salvación. El momento de celebrar la Primera Comunión se acerca y, junto con el Bautismo, es uno de los sacramentos más importantes para un cristiano. Tomar el Cuerpo de Cristo implica comulgar, de ahí el nombre de Comunión, con su muerte y posterior resurrección. Un hecho y el otro son los que dotan de pleno sentido nuestra Fe. 



El pasado domingo el Santo Padre exhortó a párrocos, padres y catequistas a preparar la celebración de la Primera Comunión “con fe, gran fervor, pero también con sobriedad”. Hace bien Benedicto XVI en recordarnos lo importante del fondo sobre la sobredimensionada importancia dada en los últimos tiempos a la forma. Permítanme el comentario, pero últimamente muchas de las celebraciones de tan importante sacramento parecen de todo menos de lo que se trata, a saber, el primer encuentro, personal e íntimo, con Cristo. Ya no solo es la familia la encargada de acompañar a los protagonistas del evento –el niño y Jesús-, sino que amigos de los padres, de los abuelos y de los propios niños acuden al “festín” convirtiendo éste en un macro banquete que desvirtúa lo acaecido. ¿Cuántos padres se ven obligados a pedir un préstamo bancario para “salvar la situación”? Unos padres arrodillados ante el materialismo que nos corroe y doblegados ante el “que dirán”. Reportajes de fotografía, vídeo y ciberespacio en Internet conducen a la familia a la miseria y a la penuria económica. Los niños, de 8, 9 o 10 años, aparecen vestidos como si de un Capitán del Ejercito o General de la Guardia Civil se tratara. Las niñas, al parecer, no celebran su Primera Comunión con Cristo, sino, por los atuendos que llevan, la más suntuosa de sus bodas. Como les digo, todo fachada y los padres endeudados hasta las cejas. 

Yo me pregunto: ¿es esto lo que nos pide Jesús para el sacramento de la Primera Comunión? Pues yo diría que todo lo contrario. Lo que menos ha de importarnos es la forma, lo que más: el Contenido. La vida del cristiano debe ir orientada, y eso es lo que se nos pide, a secundar el ejemplo ofrecido por Jesús de Nazaret; Él mismo nos pidió que diéramos de comer al hambriento y de beber al sediento. El Papa nos invita a la reflexión y Jesús nos indicó el camino; atendamos a uno y al Otro. Es la Primera Comunión, con mayúsculas.




*** Publicado en El Día el 03.05.2012

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