jueves, 24 de enero de 2013

"De océano a océano"


Cada vez me maravillo más al contemplar el milagro del alumbramiento. Que de la unión de un hombre y una mujer se produzca el milagro de la vida, es algo que me deja con la boca abierta. No me digan que no.


No la conocía personalmente. Sí de oídas, como mucha gente. De hecho, hubo una época no muy lejana donde en Roma había una persona muy importante que la tenía un aprecio  muy especial.

El martes, al caer la tarde, tuvimos nuestro particular encuentro. Afortunadamente no estaba  solo, sino que muchísima gente me acompañaba en el lugar. Coloquialmente hablando podríamos decir que “estaba hasta la bandera”. Fue un encuentro solemne, me atrevería a decir que histórico. No todos los días uno tiene una cita así.

Al mirarla deduje que estaba un tanto cansada, pero alegre. Muy alegre por nuestro encuentro y por cómo fue recibida en la ciudad de Albacete. Venía de muy lejos y a su espalda llevaba miles de kilómetros. Partió un buen día de Vladivostok, la ciudad que alberga el puerto ruso más importante del Océano Pacífico, en la frontera con China y Corea del Norte.

El camino está siendo duro, pero a la vez hermoso, intenso, esperanzador. Antes de cumplir con su objetivo pasó por Albacete. Cuando escribo estas líneas me consta que se haya en la bella ciudad de Granada. Dos bellezas se unen por unas horas, afortunados todos. Llegó a España el pasado 15 de diciembre, desde entonces ha recorrido Vascongadas, Santander, Zamora, Santiago de Compostela, La Coruña, Oviedo, Avilés, Covadonga (donde tuvo tiempo de disfrutar de su Hermana), Gijón, Teruel, Zaragoza, San Cugat del Vallés, Barcelona, Lérida, Huesca, Logroño, Valladolid, Castellón de la Plana, Valencia, Palma de Mallorca, Ibiza, Denia, Alicante, Cuenca, y varias ciudades más. ¿Se imaginan este ritmo en cada país por el que ha pasado? Así hasta llegar a Fátima, en el Océano Atlántico, su destino.

Han decido llamar a su peregrinación “De océano a océano”. Y ¡qué camino! Más de 30.000 Km. por una veintena de países.

¿Y por qué? Los que la hemos conocido sabemos el motivo que la anima a seguir un día tras otro hasta Fátima. A mí el martes me dijo, y no en voz baja, que nos amáramos los unos a los otros, que todos los cristianos, en unión, nos cogiéramos de la mano (los ortodoxos rusos sienten por ella una profunda veneración), que respetáramos la vida, desde su concepción hasta la muerte natural, que el matrimonio, precursor de la familia, es un componente vital de la sociedad que merece ser respetado y defendido, que tengamos esperanza y que sonriamos.

 La Virgen de Czestochowa en Albacete

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