sábado, 9 de marzo de 2013

El joven Van Dyck


Hasta el 31 de marzo se puede contemplar en el Museo del Prado la exposición “El joven Van Dyck”. En un mundo en el que al parecer todo vale, y donde el arte ha dejado de ser arte, tenemos una gran oportunidad para echar la vista atrás, reconocer el trabajo de aquellos que se han hecho inmortales por la riqueza artística, y espiritual me atrevería a decir, de sus obras, y saborear lo que va mucho más allá de una exposición de Arte, con mayúscula.

A lo largo de su recorrido, saltando de cuadro en cuadro, uno va cayendo fascinado por la belleza que desprenden las obras en la exposición recogidas. Un sentimiento de incredulidad se apodera de uno al advertir la edad a la que el joven Van Dyck acomete dichos lienzos y piensa: “no puede ser”.

Cuando Van Dyck se atreve con Sileno ebrio, obra mitológica, contaba la edad de 18 años. Y como en ocasiones una imagen vale más que mil palabras, juzguen ustedes mismos y contágiense de mi incredulidad.

Talento sí, pero: ¿solo talento?


Sileno ebrio, Van Dyck (ca. 1617-1618)
Óleo sobre lienzo, 107 x 90,5 cm 
Dresde, Gemäldegalerie Alte Meister Staatliche Kunstsammlungen Dresden

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