jueves, 21 de noviembre de 2013

Con la Universidad, contra la violencia

Viví unos años maravillosos como estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, donde participé de la “vida universitaria” muy intensamente.

Fui delegado de curso, junto a unos compañeros fundamos la Asociación Estudio y Trabajo, conseguimos hacernos un hueco como representantes de los estudiantes en los distintos órganos de gobierno de la facultad y, por fin, al cuarto año de presentarnos a las elecciones estudiantiles conseguimos vencer a la todopoderosa Coalición de Delegados.

La noche de la victoria fue muy especial, venía precedida de muchos años de intenso trabajo por y para los estudiantes. Estoy convencido de que cometimos errores, servidor el primero, pero también conseguimos la defensa de unos intereses académicos que hasta entonces creímos brillaba por su ausencia, o que se organizaran numerosas actividades académicas: cursos, seminarios,  congresos, ponencias, presentaciones de libros, etc., todo ello de máximo interés tanto para los estudiantes de Derecho como para los de Relaciones Laborales. Para estos últimos, por ejemplo, se consiguió una amplia y variada bibliografía hasta entonces inexistente en la biblioteca de la facultad. Y ante la labor desempeñada, creo de justicia reconocer aquí que el decano de entonces, don José Iturmendi Morales, siempre mostró su apoyo a nuestra tarea.

Volvamos a aquella noche de victoria electoral. Mientras los distintos delegados procedíamos al recuento de votos, me temo que no muy lejos se encontraba un grupo de totalitarios preparando sus bates de béisbol, varas de hierro y demás “valientes” artilugios. No recuerdo la hora exactamente, pero ya era bien entrada la noche cuando accedieron a nuestra facultad para montar el numerito. Hubo algunos daños materiales y algún estudiante fue agredido. Sabedores de que, como diría Gandhi, “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”, gracias a Dios todo quedó en un susto.

Ese lamentable episodio no fue el único vivido en aquella época. Recuerdo las amenazas que sufrimos al organizar la presentación del libro de don Jesús Cacho, El negocio de la libertad, o los ataques recibidos con motivo de diferentes huelgas estudiantiles por aquellos que no entienden que frente al derecho a la huelga existe el también legítimo derecho a no secundarla.

Precisamente hoy iba a dedicarle este espacio a los todopoderosos Méndez y Toxo, los generales en jefe de los dos principales sindicatos de España, pero al enterarme de los lamentables sucesos ocurridos ayer en mi antigua facultad he cambiado el rumbo, ya habrá ocasión.

Me siento profundamente universitario, de hecho lo sigo siendo, y entiendo que Universidad, que viene del latín universítas, -atis, tiene que ver con lo universal, con la amplitud de miras y la universalidad del conocimiento, por ello es difícil de entender ciertas actitudes y comportamientos totalitarios. El respeto, siempre ha de imperar el respeto.

En el día de ayer un grupo de estos violentos totalitarios irrumpieron en mi antigua facultad agrediendo a los estudiantes y ocasionando numerosos destrozos (tal y como vemos en la imagen inferior), mi solidaridad con ella y con ellos. No cabe la violencia en la Universidad, ni la condescendencia con ella. Por ello, es difícil de entender que, con motivo de la última convocatoria de huelga en la Universidad, el rector de la Complutense, don José Carrillo –hijo del histórico dirigente comunista-, se manifestara contra la intervención policial en “¿su?” universidad frente a la acción violenta de algunos estudiantes. ¿Acaso los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no tienen como uno de sus cometidos velar por el orden público?

Y de todo lo dicho una lección a recordar, como diría el beato y admirado Juan Pablo II, “la violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas”. Y en esas estamos.

Joven agredido en el día de ayer

Numerosos destrozos materiales


1 comentario:

Rosa María Gómez Riquelme dijo...

no queda otra que "construir más alto" sin desmayo. No se me ocurre otra.